Creer que el marketing sensorial está enfocado a manipular es una visión reducida de una realidad más sofisticada y de mayor alcance.


Existen estrategias dirigidas a influir en las personas para provocar nuestro consumo tanto offline como online. En ocasiones sucumbimos a técnicas turbias y nos sentimos engañados.
Nos satisfacen productos o servicios que solucionan un problema, cubren nuestras necesidades o nuestros deseos, conectan con nuestro estilo de vida y su entorno de marca (diseño, comunicación, espacios comerciales, compromiso con la sociedad, etc.) nos resulta coherente e inspirador.
En nuestro campo, el marketing sensorial (marketing olfativo y marketing musical), existe la opinión generalizada de que nuestro trabajo está dirigido a manipular al consumidor y únicamente hemos de conseguir reacciones que permitan a las marcas vender más impulsando a los consumidores a comprar. Es una visión reducida sobre una disciplina que llega a desarrollar mayor alcance.
Sí, se utilizan tácticas para influir en los comportamientos de los consumidores: aromas para atraer hacia una sección determinada, fragancias con notas frutales para estimular el apetito y vender alimentos, perfume y música para relajar en un espacio de atención al cliente, ritmo rápido de la música para provocar compra impulsiva o mayor rotación en restaurantes, etc.

Las marcas contemporáneas no solo se preocupan por vender más, se preocupan por ser relevantes, por ser coherentes, por significar y ser diferentes, porque sus resultados dependen de ello.

Incluso cuando el objetivo es influir directamente en los comportamientos la diferencia entre una simple técnica y una estrategia sensorial coherente y diferenciadora reside en la capacidad de enriquecer la experiencia de la marca transmitiendo su identidad y reforzando su posicionamiento.
Los proyectos sensoriales que abordamos en Sensory Brands se enfocan a comunicarse con las personas a través del lenguaje sensorial creativo construyendo relaciones emocionales a partir de las experiencias que ofrecen las marcas a sus clientes, comunicando su estilo depurado y su singularidad por medio de los sentidos para agradar mediante sensaciones placenteras que son valoradas y recordadas por las personas lo que supone memorabilidad y rentabilidad para las marcas.
Las marcas contemporáneas no solo se preocupan por vender más, se preocupan por ser relevantes, por ser coherentes, por significar y ser diferentes, porque saben que los resultados están alineados cada vez más con su identidad y cómo la comunican a sus clientes con emociones que se desprenden de experiencias sensoriales sofisticadas.